1-2-06

Parece mentira, pero ya ha pasado un año de esta foto...

Hace ya un año que cogí mis maletas y me planté en Gent! Acabo de recordar la primera noche: fui a Pink Flamingos con Julià, Gemma y Juli, coca-cola de primero porque me moría de sed y luego la primera Jupiler del erasmus! Esa noche el colchón hinchable se deshinchó y dormí en el suelo. Cuando me dieron la beca ni siquiera había oído hablar de esa ciudad y ahora la recuerdo como la ciudad donde viví una de las mejores épocas de mi vida! En esa ciudad aprendí a ver muchas cosas de manera diferente, a valorar mi tiempo, a saber decir que no, a convivir y al mismo tiempo a vivir sola, a ver la vida desde muchos y muy diferentes puntos de vista (tantos como gente conocí allí), a no tener miedo a mostrar lo que soy, a seguir soñando... ¡Cómo lo hecho de menos!

Ha pasado un año y tengo todas las imágenes de Gent intactas en mi retina! Mi habitación, ese sitio donde pasé tantas y tantas horas aprendiendo a ser yo; el centro, por el que nunca me cansaba de pasear; el canal (recuerdo la primera vez que cruzando el puente lo vi lleno de gente que se había parado a disfrutar allí de los primeros rallos de sol... me pareció precioso); el castillo, con esa tela de araña que nadie sabe bien, bien qué hace ahí o qué representa; el Coupure, por el que paseaba y paseaba con mi bici amarilla; un bar donde cuando pedías una cerveza de litro y pico te pedían un zapato como prenda para que no te llevases el vaso y lo colgaban del techo; el parque fluvial y tirarme en el césped y no pensar en nada; Overpoort y el pub irlandés, donde siempre había alguien con quien tomarte una Jupiler; la habitación de Karoleen, donde yo cantaba mientras ella tocaba la guitarra; el kebab de color rosa, horrible, pero con los mejores kebabs que he probado nunca; el Het Salon, también conocido como Dante, donde me tiraba horas y horas leyendo, escuchando música, contemplando, hablando... pero siempre tomando el mejor capuccino que he probado en mi vida; la chocolatería (diós, ya he olvidado su nombre!), conocida por preparar el mejor chocolate de toda Bélgica; el resto de la facultad, donde se comía fatal por poco dinero; los descansos en los pasillos de la facultad, intentando seguir las conversaciones de mis compañeros en flamenco; las clases en las que escuchaba cosas como "y ahora la chica de Barcelona nos va a explicar qué es la siesta"; las escapadas a cualquier hora para comer unas frietten; las quedadas gornú (recuerdo con especial cariño volver a verlos después de haber estado en casa por semana santa, hasta ese momento no me había dado cuenta de hasta qué punto los había hechado de menos, y también la queimada galega, es genial poder compartir un poquito de ti mismo con los demás); la final de la champions en el bowling; los viajes por Europa; Bodwijn; las sonrisas...

Justamente hoy, un año después de mi llegada a Gent, parece que nos ponemos de acuerdo para volver a ir todos juntos a esa ciudad que nos unió. ¿Será casualidad?